BEAUMARIS ZOO Y SUS TILACINOS

POR RAMÓN RIVAS

En el sur de Australia, en la isla de Tasmania, se encuentran las ruinas de un viejo zoo con una historia fascinante. Este lugar, hoy prácticamente abandonado, fue el “hogar” del último tilacino (Thylacinus cynocephalus) o tigre marsupial, un fantástico animal oficialmente extinto desde 1936.

El tilacino es uno de los marsupiales más fascinantes de la fauna australiana, entre otros motivos, por ser un claro ejemplo de lo que se denomina “convergencia evolutiva”, pues no teniendo nada que ver con un cánido, su apariencia es muy similar. Si nos fijamos un poco mejor en su aspecto, esa apariencia de cánido se ve trastocada al descubrir que, como todos los marsupiales, las hembras cuentan con un marsupio, que es una bolsa donde se desarrollan las crías. Las patas traseras también son llamativas y muy diferentes a la de los cánidos. Otro de los elementos característicos de la morfología de los tilacinos son sus mandíbulas, con una dentición típica de los carnívoros, pero con la singularidad de que sus fauces se podían abrir en un ángulo de 80º. 

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MagicFlute1983 [CC BY-SA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)] (Wikipedia)

Desde la llegada a Australia de los europeos, decenas de especies animales fueron condenadas a la extinción, unas directamente por la acción del hombre y otras de forma involuntaria provocada por los animales domésticos que trajeron al nuevo continente, como los gatos. El efecto destructivo de los europeos en la isla continente fue devastador y todavía hoy lo sigue siendo. Probablemente, de todos los animales extintos por la mano del hombre en Australia, el tilacino sea el más carismático, por contar con una detallada y dramática crónica de su extinción. Al igual que los zorros y los lobos en Europa, el tilacino sufrió en sus carnes el peso de una leyenda negra. Sus acercamientos a los asentamientos humanos para cazar aves de corral y ovejas, le convirtieron en el enemigo público número uno. Tanto fue así que, en el siglo XIX, el gobierno de Tasmania puso precio a su cabeza, recompensando a todo aquel que abatiese a uno de estos tigres tasmanos. Se estima que en solo 22 años, más de 2.200 ejemplares fueron abatidos solo en Tasmania. En el resto del continente, su población no tuvo mejor suerte, pues fue menguando a medida que los humanos se extendían por todo el país.

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Thylacinus cynocephalus. Ilustración de Jaime de la Torre

Oficialmente, el último tilacino en libertad murió en 1930 y fue abatido a tiros por un granjero llamado Wilfred Batty en su propiedad, cuando el desdichado marsupial fue sorprendido atacando unas gallinas. El último tilacino sobre la faz de la tierra fue una hembra que vivió los tres últimos años de su vida en el Baumaris Zoo, en Hobart (Tasmania). Benjamín, como es conocida popularmente gracias a una información falsa, murió por la negligencia del cuidador que estaba a su cargo el 7 de septiembre de 1936, tras pasar la noche gélida al raso y no poder acceder a su refugio nocturno. El animal murió por hipotermia y su cuerpo sin vida fue arrojado a un basurero. Si la desaparición de esta especie fue una verdadera tragedia, mucho más dramático fue el hecho de que justo el mismo año de la muerte del último tilacino, fuese declarado especie protegida.

Beaumaris Zoo y Mary Roberts

En la actualidad, el Beaumaris Zoo es una gran superficie cubierta de hierba con algunos árboles dispersos. Por todo el entorno aparecen algunas de las viejas estructuras de hormigón que, en el pasado, alojaron a todo tipo de animales. Hoy, Beaumaris Zoo está cerrado, aunque abre sus puertas al público todos los años cada 7 de septiembre, Día Nacional de las Especies Amenazadas, en recuerdo de la muerte del último tilacino.

Pese al estado de abandono en el que se encuentra, el Baumaris Zoo fue uno de los referentes zoológicos australianos y un centro avanzado para su época, pues en él se criaron especies que nunca antes se habían reproducido en cautividad, como los diablos de Tasmania, el único marsupial vivo emparentado con el tilacino que actualmente se encuentra en grave peligro de extinción. 

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Thylacinus cynocephalus. Archivo EMNMM

El Baumaris Zoo fue inaugurado originalmente en 1895 cerca de Hobart, en la residencia privada de la señora Mary Grant Roberts en Battery Point. La creación de este zoo surgió por la pasión de Mary Grant Roberts por la fauna local. Esta mujer, sin estudios en zoología ni en ciencias, se convirtió en todo un referente en lo relacionado con la protección animal, llegando a fundar organizaciones como The Game Preservation Society y el Anti-Plumage League. Uno de sus mayores logros personales fue cuando fue reconocida en 1910 por la Zoological Society of London por la publicación de su trabajo sobre la cría en cautividad del diablo de Tasmania.

Mary Grant Roberts logró crear el que posiblemente fuese el primer zoo de animales autóctonos de Australia. Contó en su colección con más de un centenar de aves australianas así como diversos animales, como los famosos diablos de Tasmania y los tilacinos. Mary Grant Roberts estuvo al frente de esta colección de animales dedicándose a ella en cuerpo y alma hasta su muerte en 1921. Tras su fallecimiento, el zoo se trasladó en 1923 a una nueva ubicación, sobre una ligera colina en Queens Domain. Allí el Ayuntamiento de Hobart se hizo cargo de los animales e intentó rentabilizar el lugar con la adquisición de nuevas especies de animales de todo el mundo.

Durante la década de los años veinte del siglo pasado, el Baumaris Zoo se convirtió en una de las grandes atracciones de la ciudad de Hobart, hasta que los problemas económicos acaecidos por la Gran Depresión y los aires bélicos previos al conflicto de la II Guerra Mundial, desencadenaron el cierre definitivo de las instalaciones en 1937. Posteriormente, este lugar se convirtió en un depósito de combustible para la Armada Australiana hasta su abandono definitivo. En la actualidad, este es un lugar de peregrinación para muchas personas de todo el mundo que visitan el que fue el último “hogar” del tilacino y no existen planes inminentes para darle un nuevo uso.

Benjamina y su legado de esperanza

Las instalaciones donde fue ubicada la última hembra de tilacino en el Baumaris Zoo han desaparecido, en la actualidad, una explanada de hierba es todo lo que queda de su recinto, todo se perdió con ella. Aunque quizás no todo esté perdido. Los más optimistas todavía creen que en algunos lugares remotos de Australia y de Tasmania los tilacinos han sobrevivido. Todos los años aparecen nuevos casos y nuevas filmaciones que parecen confirmar que están vivos. También se mantienen las esperanzas de recuperar la especie gracias a la clonación, de hecho, hace unos años se intentó “resucitar” al tilacino sin éxito.

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Thylacinus cynocephalus. Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Archivo EMNMM

Nadie sabe si algún día podremos ver a los tilacinos campeando en libertad en busca de comida o si solo podremos conformarnos viendo sus cuerpos disecados en museos y en las viejas filmaciones en las que aparecen deambulando nerviosos en las instalaciones del viejo Baumaris Zoo. Lo que sí sabemos es que cuando desaparece una especie es para siempre, esto debería hacernos reflexionar a todos, incluso aquí, en España, en las antípodas de Australia, donde contamos con animales como el lobo ibérico que, al igual que el tilacino, vive bajo la presión de una leyenda negra, injusta y fatal que en muy pocos años podría acabar con nuestro gran carnívoro,  convirtiéndose en la triste versión ibérica del tilacino. En nuestras manos está.

 

Fuentes:

The Last Tasmanian Tiger. Robert Paddle

https://travel.nine.com.au/destinations/hobart-cheap-things-to-do/5a10aac1-ddf0-40be-8955-3a88933cf5b3