El Parque Juan Carlos I 25 aniversario

El parque Juan Carlos I es un gran espacio natural de Madrid que se encuentra ubicado en el norte de la ciudad en el barrio de Corralejos, en el distrito de Barajas, y a escasos metros del histórico parque de la Alameda de Osuna, “El Capricho”. Este gran parque se inauguró el 7 de mayo de 1992 con motivo la declaración de Madrid como Ciudad Europea de la Cultura. Los reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, fueron los encargados de inaugurar este parque que, con sus 160 hectáreas, es el segundo parque más grande de la ciudad de Madrid.

EL PARQUE

Algunos de los elementos más importantes de este gran espacio verde son la sostenibilidad de los recursos y su valor paisajístico, pues conserva un importante elemento anterior a la creación del parque, el histórico Olivar de la Hinojosa, una gran masa arbórea que, actualmente, cuenta con más de 2.000 olivos centenarios que fueron propiedad de Nicolás de la Hinojosa, Tesorero General de Hacienda en tiempos de Felipe V quien, al parecer, se hizo con este terreno apropiándose de dinero público, un claro caso de corrupción.

Este olivar tuvo en el pasado más de 10.000 olivos y 50.000 cepas que se extendían hasta el cercano barrio de Canillas, que por aquel entonces era un pequeño pueblo dedicado a la agricultura y la ganadería. Con el paso del tiempo, el tamaño del olivar fue mermando y la terrible plaga de la filoxera que se extendió por toda España en 1870, acabó con todas las cepas de este terreno.

Ya en el siglo XX, en las décadas de los setenta y ochenta, antes de la creación del parque, el olivar se mantuvo de forma salvaje, siendo un lugar de excursión y de recolección de aceitunas para los vecinos de los alrededores, esto hizo que se acelerase su deterioro, pues los incendios en verano eran frecuentes y la falta de cuidados de los olivos llevó a muchos de ellos a la muerte.

Con la creación del parque, el olivar comenzó a ser restaurado, se realizaron las necesarias labores de poda, tratamientos fitosanitarios y, además, se integraron al conjunto los olivos que se encontraban diseminados por los alrededores y abandonados a su suerte, logrando así recuperar la uniformidad del olivar más antiguo de Madrid.

Además del olivar, el parque cuenta con otro elemento principal; el agua, procedente de los ricos acuíferos con los que cuenta este terreno y que discurre por una gran ría central y ordena el paisaje con grandes láminas de agua y estanques. Como curiosidad, los estanques se llenaron de tortugas de diferentes especies a los pocos años de su creación, muchas de ellas fueron mascotas que sus dueños, por ignorancia o irresponsabilidad, “liberaron” en este lugar.

PUNTOS DE INTERÉS

El parque Juan Carlos I cuenta con grandes praderas, sendas botánicas, áreas caninas, pistas deportivas, zonas infantiles y de mayores. Además, por todo el parque hay diseminadas numerosas macroesculturas de importantes artistas, así como un gran auditorio para eventos de todo tipo. El parque cuenta con otros elementos o puntos de interés como son el Jardín de las Tres Culturas y la Estufa Fría.

La Estufa fría

La Estufa Fría es una curiosa estructura que, gracias a su diseño, crea un microclima para que, sin necesidad de generar calor y sin gasto alguno de energía, sea propicio para el cultivo de plantas que, por las características del clima de Madrid, sería imposible cultivar. En este lugar podemos encontrar gran variedad de plantas, diversas especies de palmeras, cycas, helechos arborescentes, además de naranjos y limoneros.

Jardín de las Tres Culturas

Sobre una colina artificial se encuentra el Jardín de las Tres Culturas, un idílico lugar que intenta evocar la convivencia de las tres princi- pales culturas monoteístas que hubo en España hace más de cinco siglos.

El jardín está repleto de simbolismo y de referencias al Antiguo Testamento. En el centro, en la parte principal del jardín, se encuentra el Árbol de la Vida, representado con una gran mole de hormigón con hojas de madera y metal del que brotan cuatro acequias que simbolizan los ríos del Edén que narra la Biblia.

El jardín está dividido en tres áreas: el Jardín Cristiano, con un diseño en forma de cruz que recuerda a los claustros de los monasterios y cuya vegetación está compuesta en su mayoría por lavandas, romero, cipreses y laureles.

El Jardín Musulmán es más colorido y llamativo. Simboliza el paraíso coránico y está construido en varios niveles, evoca con gran acierto a los jardines de influencia islámica del sur de España. En el centro del jardín hay un templete metálico con arcos de herradura que rodean una bonita y sencilla fuente de mármol blanco.

El Jardín Judío es, posiblemente, el más hermoso de los tres, está rodeado de unos ruinosos muros de roca caliza procedentes de Jeru- salén. Estas piedras fueron donadas a Madrid por la Fundación Jerusalén, y simbolizan la muralla de la ciudad santa. También aquí el agua vuelve a ser la protagonista, así como la vegetación, compuesta por granados, cipreses y palmeras. En una de las entradas al recinto “amurallado” hay un cartel con un fragmento del cantar cuarto, 12-15 de El Cantar de los Cantares.

LUGARES PARA EL RECUERDO

El parque Juan Carlos I es también un lugar para la conmemoración y el recuerdo, pues en este parque se levanta el monumento a las Víctimas del Holocausto, un conjunto escultórico realizado por el artista Samuel Nahon y el arquitecto Alberto Stisin. El monumento se compone de una obra de 10 metros de altura de cuatro toneladas, hecha de acero y rodeada de traviesas de ferrocarril, que tiene como motivo principal la figura de la Estrella de David. El artista quiso plasmar con estos materiales, el espanto de las víctimas que fueron enviadas en los trenes del terror a los campos de concentración.

Muy cerca de este monumento, hay otro en honor a otra de las víctimas del Holocausto, un castaño de indias plantado en 2008. Este árbol procede de un esqueje del famoso castaño de Indias que Ana Frank veía desde la buhardilla de su casa en Ámsterdam, donde se escondía junto a su familia de la persecución nazi. El castaño de indias de casi 200 años que Ana Frank nombraba en numerosas ocasiones en su diario, pasó a mejor vida, pero antes de morir, al conocerse la noticia de la enfermedad del árbol, numerosas ciudades solicitaron a la Fundación Ana Frank un esqueje para ser plantado y así mantener vivo el recuerdo de aquella niña y de todas las víctimas del Holocausto.

Otro de los lugares para el recuerdo de este parque, es un monumento vegetal compuesto por diez robles rojos americanos, plantados en sep- tiembre de 2011 con motivo del décimo aniversario de los atentados de Nueva York, por los entonces príncipes de España, el alcalde Alberto Ruíz Gallardón y el entonces embajador de los Estados Unidos, Alan D. Solomot. También asistió a este acto el padre de Silvia San Pío, la única víctima española que se encontraba en el WTC el día de los terribles atentados.


Fuentes: Ayuntamiento de Madrid