LUIS VALLEJO. El arte del bonsái

POR RAMÓN RIVAS | FOTOS: EMNMM

El paisajista Luis Vallejo es uno de los referentes en el arte del bonsái y del paisajismo en España. Su fascinación por la técnica milenaria y oriental del bonsái comenzó desde muy temprana edad. Ya en su juventud se convirtió en todo un experto en el mundo de la horticultura y el paisajismo, siendo uno de los primeros en especialistas en el arte del bonsái en España.

En los años ochenta, comenzó a trabajar en la colección de bonsáis del expresidente del gobierno Felipe González, asesorándole y creando una magnífica colección que, tras su paso por La Moncloa, el ex-presidente donó al Real Jardín Botánico de Madrid.

A lo largo de su trayectoria profesional, Luis Vallejo ha escrito varios libros, creado dos museos y recibido infinidad de premios y reconocimientos, uno de los más preciados lo recibió en 2008, cuando el gobierno de Japón le condecoró con la Orden del Sol Naciente, la mayor distinción de ese país para quienes contribuyen a la difusión de la cultura nipona.

Luis Vallejo es, además, el fundador de su propio estudio de paisajismo que, desde 1986, y junto a un gran equipo profesional, ha realizado proyectos de jardinería y paisajísticos por todo el mundo, entre ellos, por destacar alguno, se encuentra el realizado en el Campus Financiero del Grupo Santander, uno de los diseños paisajísticos más impresionantes de España.

Además, Luis Vallejo conserva y mantiene su colección de bonsáis, que se muestra en el Museo del Bonsái Luis Vallejo. Esta magnífica colección, una de las más importantes del mundo fuera de Japón, está ubicada en el municipio madrileño de Alcobendas, en unas instalaciones diseñadas por él mismo donde prosperan estos árboles en miniatura que son verdaderas obras de arte.

Rodeados de estas pequeñas joyas botánicas, en el Museo del Bonsái, hemos realizado esta entrevista a Luis Vallejo para conocer su trayectoria profesional y el arte del bonsái.

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Luis, usted es uno de los grandes entendidos del bonsái en España ¿como fue su primer contacto con el arte del bonsái?Comencé a interesarme por los bonsáis cuando yo era un crío, a finales de los años sesenta. Mi padre tenía una empresa de jardinería y mi lugar de juegos era el vivero familiar. Cuando mi padre salía de viaje por trabajo siempre traía libros de horticultura, de técnicas de paisajsmo, etc. Un día trajo de Nueva York unos libros, los primeros editados con los trabajos de los maestros japoneses del bonsái, cuando los vi me produjeron una gran fascinación, descubrí que era algo mágico. Así fue como comencé a interesarme por esta técnica. Más tarde, cuando tenía 15 años más o menos empecé a tener contactos mayores con asociaciones y revistas americanas del bonsái. Fue así cuando contacté con otros “locos” del bonsái.

Hoy los bonsáis son bien conocidos por todo el mundo pero imagino que en aquella época era toda una rareza ¿no es así?
En España, por aquel entonces, cuando decías bonsái te decían ¿bon qué? Todavía no existía la pasión por lo japonés que hay ahora, aunque es esta es una pasión cíclica que va y viene, ya a finales del XIX, con las grandes exposiciones internacionales, los bonsáis empezaron a conocerse en Europa, además de otras facetas de la cultura japonesa.
 
En España comenzaron a ser populares, en cierta medida, gracias a la afición del ex-presidente del gobierno Felipe González, con el que usted colaboró. ¿Cómo fue ese contacto? 
Fue en 1984, con la primera exposición de bonsáis que hicimos en el Real Jardín Botánico de Madrid, aquello digamos que fue el disparadero. Un día vino Carmen Romero, la esposa de Felipe González y poco tiempo después, el primer ministro japonés Nakasone, le regaló a Felipe González un bonsái, y se pusieron en contacto con nosotros, gracias a la exposición que hicimos... Digamos que así fue como se produjo el punto de inflexión del conocimiento del bonsai en España. Unos años más tarde, en 1987, comencé a trabajar en La Moncloa, haciendo la colección de bonsáis, instalando las pérgolas e invernaderos para el mantenimiento de los árboles. En esta época comenzó a dispararse la afición por el bonsái no solo en España, también por toda Europa y actualmente por todo el mundo. 
 
¿Cómo era Felipe González en su faceta botánica? ¿era un buen alumno?
Es un hombre muy entusiasta, listo y muy buen alumno.
 
¿Sigue teniendo esta afición por el bonsái?
Bueno, la mantiene pero ya no como antes. Ahora es muy aficionado a las piedras, una afición que le contagié yo.
 
Tras abandonar la presidencia, González cedió los bonsáis al Jardín Botánico de Madrid ¿qué pasó con las instalaciones?
Pues que Aznar desmanteló la pérgola que hice yo para los bonsáis nada más entrar en La Moncloa, fue una lástima porque era una obra muy bonita y con mucha historia por detrás, pero la tiró abajo...
 
¿Conserva en su colección algún bonsái de Felipe González?
La colección de Felipe González está en el Botánico, que es la colección que hice yo y que ya no conservo. Algunos, los de más alta calidad están en la colección de este museo. Son árboles con grandes historias, por ejemplo hay un olmo japonés que le regaló Gabriel García Márquez a Felipe González, lo trajo de uno de sus viajes a Japón, cuando se entrevistó con Akira Kurosawa para el guión de una película. Todos los árboles tienen su propia historia...
 
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¿Cómo está a día de hoy la afición por el arte del bonsái en España?
Ahora mismo, junto con Italia, estamos en la vanguardia, hay mucha afición y los españoles nos llevamos numerosos premios. Por poner un ejemplo, desde 1997, cuando nosotros acudimos a la primera exposición en Bélgica hasta hoy, hemos ganado numerosos premios. En este museo hay muchos premios internacionales.
 
Háblenos de cómo empezó este museo.
Comenzó en 1995, por encargo del Ayuntamiento de Alcobendas, hicimos el proyecto integral, de arquitectura y expositivo y alojamos mi colección particular, es una colección que ha ido creciendo y que está considerada una de las mejores del mundo fuera de Japón.
 
¿Qué diferencia a esta colección de las de otros países?
Es una colección muy especializada y de altísima calidad, tiene un número de arboles autóctonos muy importante y singular, aunque también está la colección japonesa, con una serie de árboles de grandes maestros japoneses compuesta por especies asiáticas de pinos, enebros y una buena colección de arces, que a mí especialmente me gustan mucho.
 
¿Cuántos árboles tiene la colección?
En la colección hay 212 árboles y expuestos unos 90, son ejemplares que, dependiendo de la época y las estaciones, se van mostrando al público.
 
Muchos de los árboles que se exponen parecen muy longevos ¿cuál es el bonsái más viejo del museo?
Hay que diferenciar entre la antigüedad del árbol y la antigüedad del bonsái. Un bonsái recuperado puede venir la naturaleza o de un jardín y ser un árbol muy viejo, luego está la antigüedad del árbol como bonsái. Aquí hay árboles con 200 300 años de vida, aunque no toda esa vida es de bonsái.
 
El arte del bonsái tiene unas reglas muy estrictas, en lo que se refiere a los estilos, ¿están todos representados en el museo?
Más o menos sí, están todos, habrá unos 15 o 20 estilos en los cuales se hacen diferentes clasificaciones.
 
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Todos sabemos lo que es un bonsái pero se podría decir que es una disciplina de la horticultura muy complicada. Háblenos sobre este arte.
Se dice que la técnica del bonsái surgió en India, después pasó a China y luego a Japón. Esta técnica aparece muy ligada al budismo, para poder representar la naturaleza a pequeña escala. En el siglo pasado sufre una revolución en Japón, en China desaparece y en Japón, donde fue introducido por los monjes budistas, aparece el bonsái moderno. En la actualidad, el arte del bonsái consiste en dirigir la energía de un árbol, necesitamos que crezca, pero moderado en el espacio y tiempo. Son árboles que se tratan con técnicas aplicadas y cánones estéticos. También es una técnica muy ligada al tipo de clima.
 
Una técnica tan estricta ¿da margen a la creatividad?
Por supuesto que hay margen para la creatividad. Hay un cánon y una norma que hay que seguir, pero cuando el árbol traspasa el tipo estándar, entonces ya intervienen unas variaciones que les hacen distintos unos de otros. Hay unos cánones estéticos, de estilos, formas, dimensiones y escalas. Son estrictas en cierto modo, pero dejan un gran margen a la creatividad. Lo que diferencia al bonsái de otras formas de horticultura, es que estás creando arte, porque no es una simple imitación de la naturaleza, exactamente es una representación simbólica de la naturaleza pero manejando una escala. En definitiva, es la parte más sofisticada de la horticultura, porque es una manera de “cincelar” en el espacio y en el tiempo.
 
¿Resulta complicado iniciarse en el arte del bonsái?
No es complicado, es un arte que necesita mucho método y mucho conocimiento, tener un buen conocimiento de horticultura y de cultivo es fundamental.
 
Además de museo, en el centro también ser realizan cursos y talleres ¿no es así?
El centro cuenta con una escuela en la que se forma a todo aquel que quiera iniciarse en esta técnica. Hay cursos de iniciación y cursos más avanzados. Lo normal es que tengamos muchos alumnos en cursos de iniciación, aunque en los cursos más avanzados el número es algo menor.
 
Resulta sorprendente que haya tanta afición por la horticultura, más en un país como España en el que la jardinería es considerada como un tema menor...
La verdad es que muchas veces la jardinería, en España, no pasa de ser una disciplina necesaria para un determinado proyecto. Normalmente, cuando en un país la cultura en general alcanza un nivel alto, la jardinería ha estado ahí. Por ejemplo, en el caso del jardín Andalusí, que es el máximo exponente de la cultura árabe. En Japón lo fue en el período Edo, lo mismo ocurrió con el paisajismo americano, el inglés...
 
¿Ahora mismo cómo se gestiona el Museo del Bonsái?
El museo ha estado en manos públicas, llevando nosotros la gestión y la dirección, hasta hace cuatro años, después se sacó a concurso la concesión administrativa y ahora la llevamos nosotros pero con algunos problemas de financiación, es algo que estamos intentado solucionar. Llevar un centro como este y de este nivel no es fácil y lleva unos costes importantes; el mantenimiento, el agua, la vigilancia, los seguros, los contratos de los trabajadores. Todo eso es complicado de manejar y como cualquier museo necesitamos patrocinio, pues solo con el precio de las entradas no se cubren los gastos.
 
La colección es muy grande y supongo que seguirá en aumento con el paso del tiempo. ¿hay prevista alguna ampliación del museo?
Es algo que queremos hacer pero será más adelante, antes tenemos que poder mantener el museo con el nivel actual y superar los problemas de financiación.
 

 

www.luisvallejoestudiobonsai.com

Foto de Luis Vallejo realizada por Miguel Krause