JUAN MIGUEL BAQUERO. Las fosas de la memoria

POR RAMÓN RIVAS | FOTOS: CORTESÍA DE JUAN MIGUEL BAQUERO 

 

La Guerra Civil es, sin lugar a dudas, el episodio más doloroso de la historia contemporánea española. Fue un conflicto cruel donde se mataban hermanos contra hermanos, desgarrando familias enteras y a todo un país. En 1939, finalizada la contienda, el general Francisco Franco se alzó victorioso y durante cuarenta años estuvo dirigiendo con mano dura un país empobrecido, aislado del mundo y de una Europa que se empeñaba en cerrar sus propias heridas, las de II Guerra Mundial. El fascismo italiano y el nazismo fueron enterrados y los responsables de aquella barbarie, los que no se suicidaron, fueron juzgados y, en la mayoría de los casos, ejecutados. Mientras todo eso ocurría al otro lado de los Pirineos, en España, el nacionalcatolicismo, la principal seña de identidad de la ideología franquista, se mantuvo como una anacronía durante cuarenta años en el ideario político y social de los españoles hasta la muerte del dictador. Con la llegada de la democracia en la década de los años setenta del siglo pasado, las Cortes promulgaron una Ley de Amnistía y un “pacto de olvido” con el objeto de cerrar definitivamente las heridas de la guerra y de la dictadura. Si bien es cierto que estas medidas fueron útiles para comenzar un nuevo capítulo de la historia de España, no lograron cerrar definitivamente las heridas, pues todavía hoy siguen abiertas.

Una de las heridas que todavía no ha sido cerradas, son las fosas del franquismo. Por toda la geografía española hay diseminadas cientos de fosas con los restos mortales de miles de personas ejecutadas durante la represión franquista. Unas tumbas “sin nombre” que albergan los restos de unas personas cuyos familiares y descendientes, esperan poder recuperar algún día para poder darles una sepultura digna y así poder honrar su memoria.

Una de las personas que más ha trabajado en el estudio y documentación de las denominadas “fosas del franquismo” es el periodista Juan Miguel Baquero, colaborador habitual de eldiario.es y autor de numerosos anuarios y artículos relacionados con la represión franquista, centrando gran parte de su trabajo en su tierra natal, Andalucía.

Juan Miguel Baquero también es el autor de libros como Las huellas en la tierra y Que fuera mi tierra, con este último, obtuvo el Premio Chaves Nogales al mejor libro periodístico del año 2016. En febrero de 2019 salió a la luz el último de sus trabajos editoriales, un libro en clave periodística titulado El país de la desmemoria, con el que el autor pretende recuperar la memoria de aquellos españoles que poco a poco van saliendo del olvido y de las fosas sin nombre donde fueron arrojados.

Juan Miguel Baquero es, en definitiva, uno de los personajes que mejor conoce este capítulo aún no cerrado de la historia de España y que todavía hoy resulta polémico en algunos sectores de la sociedad. Por este motivo, nos hemos entrevistado con él, para conocer y comprender mejor la historia de las víctimas del franquismo.

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Juan Miguel, además de tratar temas relacionados con los derechos humanos, gran parte de tu trabajo se centra en la Memoria Histórica, concretamente en las denominadas “fosas del franquismo”. ¿Por qué te has interesado en tratar este tema?
Mi interés por estos temas empezó hace muchos años, pero desde que empecé en eldiario.es como colaborador habitual desde el principio, comencé a escribir temas sobre memoria histórica por un interés personal y poco a poco me especialicé en este tema y ahí sigo.

Cuando hablas de interés personal, ¿a qué te refieres concretamente?
Bueno, digamos que la represión franquista también afectó a mi familia, pero como en otras tantísimas familias españolas. A mi bisabuelo, Mariano Baquero, lo ejecutaron simplemente por tener una ideología de izquierdas. Mi interés personal digamos que es memorialista, para poder comprender lo que pasó en este país, algo que, incomprensiblemente, no se enseña en las escuelas ni en el ámbito académico. Es un tema que casi no se toca y que se pasa casi de puntillas, es una forma de educar en el olvido. En mi caso, tuve la suerte que en mi familia siempre se habló sin tapujos de lo que le pasó a mi bisabuelo, fue algo que me provocó mucho interés por saber qué es lo que ocurrió, mucho antes de que empezase a escribir sobre este tema. Más tarde, cuando empecé a escribir sobre este episodio de la historia, ya tenía un cierto bagaje y conocimientos que, a lo mejor, otras personas no tenían.Hay que recordar que en España hay miles de fosas comunes con, al menos, 114.000 víctimas, muchos de ellos fueron desaparecidos forzados porque no se sabe dónde están. Mucha gente desconoce que estas víctimas fueron asesinadas en un lugar donde prácticamente no hubo guerra, es decir, que no son víctimas del propio enfrentamiento bélico, sino de una represión brutal.
 
Existe mucha literatura sobre las víctimas de la guerra y, casi siempre, los datos que ofrecen los estudiosos de este tema, difieren, parece que no hay consenso, mucho más cuando se habla de las “fosas del franquismo”. En este caso, cuando se habla de estas fosas comunes ¿a qué episodio histórico nos referimos, a la guerra o a la dictadura?
La mayoría de estas ejecuciones fueron realizadas en los años de la Guerra Civil. Hay que tener en cuenta que los golpistas tenían un plan sistemático que era el de ejercer una violencia extrema y de terror. Solo hay que ver los discursos de los gestores del golpe de estado, como los de Emilio Mola o el general Yagüe, conocido por el apodo del Carnicero de Badajoz, que ejecutó a miles de prisioneros en Extremadura. El propio Franco, en una entrevista que dio a un corresponsal del Herald Tribune le preguntaron que si pensaba fusilar a media España y Franco respondió que “si lo tenía que hacer lo haría”. También el propio Queipo del Llano, responsable de la represión en Andalucía, animaba a la violación sistemática de mujeres y al asesinato. Los golpistas tenían una estrategia, la de atemorizar a través de la represión, ejerciendo la violencia extrema. Esto ocurre en los primeros años de la guerra y, sobre todo, en la “represión caliente”, desde julio de 1936 hasta aproximadamente febrero de 1937. Durante este periodo, es cuando se produce el gran volumen de asesinatos masivos. Después de febrero de 1937, termina esa represión caliente y comienzan a justificar esos asesinatos amparándose en una justicia que no fue más que una farsa judicial. Con todo ello, podemos decir que el gran bloque de asesinatos ocurre durante la Guerra Civil. También hay crímenes franquistas una vez finalizada la guerra, yo mismo he descubierto fosas comunes en la sierra de Córdoba donde se encontraban los restos de maquis que fueron literalmente cazados en el monte, ya en el año 1949.
 
Aparte de los cuerpos recuperados a lo largo de estos años, actualmente, ¿cuántas personas se estima que quedan enterradas en fosas comunes?
El problema que hay es que no existe un censo oficial, la única cifra, que es la que más se aproxima, es la que aportó el proceso que abrió el juez Baltasar Garzón cuando intentó juzgar los Crímenes del Franquismo. Garzón solicitó datos a las asociaciones, colectivos y administraciones autonómicas, y fue así como se pudo obtener la cifra de 114.226 víctimas, todas ellas con nombres y apellidos. Este es el único dato, más o menos oficial, que tenemos para conocer el número exacto de víctimas. También contamos en el Mapa de Fosas Nacional, en el que aparecen más de 2.500 fosas. También hay que tener en cuenta que, desde el año 2011, este mapa no se actualiza. Desde entonces, se han documentado nuevas fosas en Valencia y en otras regiones. En Andalucía, por ejemplo, hasta 2011 figuraban 614 y con la nueva actualización se eleva el número de fosas a 708, con 45.566 víctimas estimadas, con nombres y apellidos. En el caso andaluz, hablamos de un tercio de la represión a nivel nacional, una represión pura y dura, normalmente ejercida contra población civil, por eso hablamos de crímenes contra la humanidad.
  
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En un contexto de guerra, y más cuando se trata de una guerra civil, ¿técnicamente podemos calificar estos asesinatos como crímenes contra la humanidad?
Estamos hablando de un contexto en el que la mayoría de las víctimas fueron personas secuestradas de sus domicilios, detenidas ilegalmente y ejecutadas, simplemente por tener una ideología. Por ejemplo, en Sevilla, Cádiz o Huelva, no hubo un enfrentamiento bélico, más allá de cuatro escaramuzas, no hubo frentes de batalla. Todas estas zonas caen al día siguiente del golpe de estado. En estas provincias se produjo una represión abrumadora, con verdaderas matanzas realizadas con carácter ejemplarizante. Los golpistas emplearon una violencia extrema con el fin de atemorizar. Las cifras, además, son muy elocuentes, porque si las comparamos con las víctimas de la dictadura argentina, hablamos de 30.000 asesinados, pues solo entre Sevilla, Huelva y Granada, el número de víctimas supera esta cifra, ahí podemos ver la magnitud de este genocidio fundacional del franquismo. 
 
En los trabajos de investigación que has realizado, ¿te centras en el ámbito andaluz o a nivel nacional?
Casi todo mi trabajo ha sido realizado a nivel andaluz, porque es en Andalucía donde trabajo, aunque por mi trabajo en eldiario.es, también cubro temas de memoria histórica a nivel nacional. Lo que es mi trabajo, digamos que a pie de fosas, la mayoría ha sido en suelo andaluz.
 
Tu trabajo a “pie de fosa” ¿en qué consiste?
Es un trabajo en unión a los equipos técnicos; los arqueólogos y antropólogos. Ellos se encargan de hacer el trabajo de campo y yo les acompaño en todo ese proceso. Estoy literalmente metido en las fosas, tomando material gráfico y documentando todo lo que van haciendo, basándome siempre en sus estudios y sus análisis científicos. Después, todo este trabajo arqueológico y científico, lo acompaño a las historias de vida, es decir, investigo a las personas que hay en las fosas, quiénes eran, qué les ocurrió a ellos y qué ocurrió en esa localidad. Todo esto, además, se complementa también con las historias de los familiares, los testimonios orales de las personas que todavía viven, y que son desgarradores.
 
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Aunque los trabajos arqueológicos que se realizan en estas fosas son similares a los realizados en otro tipo de entornos, como puede ser una necrópolis medieval o una romana, es de suponer que el impacto emocional debe ser brutal, tanto para el equipo como para ti, pues trabajáis con unos restos que tienen nombre, apellidos, una historia dramática y una familia detrás. Imagino que los sentimientos estarán a flor de piel y debe ser duro llegar a casa con todo eso en la cabeza ¿no es así?Son vivencias a nivel humano muy profundas, por eso mismo que dices, tienen nombre, cara y familiares que están alrededor. Los mismos arqueólogos y antropólogos que trabajan en el equipo tienen una sensibilidad especial en estos casos. Son historias dramáticas recientes que son terribles por la crueldad con la que fueron tratadas esas personas. Muchas veces he vuelto a casa muy tocado y he llorado en más de una ocasión. El otro día, una arqueóloga que lleva trabajando en este tipo de fosas desde hace diez años, me hablaba sobre esto, me decía que para trabajar en este tema hay que tener la cabeza muy bien amueblada para poder seguir y no derrumbarte. Es algo muy duro, es verdad, pero también tiene una ventaja, la recompensa de ver las caras de los viejitos y viejitas cuando por fin les devuelves la memoria y la dignidad, para mí esa es la mayor recompensa. También soy consciente de que este es el trabajo más importante que he hecho en mi vida.
 
Has mencionado la existencia de un mapa de fosas nacional, que no está completo. ¿Cómo es el proceso de localización de las fosas todavía no catalogadas?
Existe ese mapa y otros más, como el Mapa de Fosas de Andalucía. La mayoría de estas fosas han sido localizadas gracias a los testimonios de la gente, de las personas que han conservado la memoria de la tierra. También hay casos concretos donde puede haber documentación que certifique dónde están las fosas comunes. Estos casos son habituales en asesinatos posteriores, no de los que hablamos anteriormente sobre la represión en caliente, sino en casos como el de los maquis asesinados en los años cuarenta de los que he hablado, en estos casos, incluso hay documentación asociada en los expedientes y una autopsia de los cuerpos. Cuando tienes uno de estos expedientes todo es más fácil porque se sabe dónde capturaron a esas personas, cómo les mataron y dónde están exactamente enterrados. En cuanto a la dificultad de hallar los cuerpos, depende del terreno donde estén, por ejemplo, si las fosas están ubicadas en un cementerio suele ser menos complejo, por estar ubicadas en un terreno acotado, no así otras fosas que se encuentran en mitad de un monte o en una cuneta.
 
A todas estas dificultades, habría que añadir una mayor, el coste económico que supone la exhumación de estos cuerpos, su estudio y sus correspondientes pruebas genéticas de identificación. ¿Cómo se asume este gasto?
Efectivamente tiene un coste que, digamos, es elevado, y asumirlo depende de cada comunidad autónoma. No hace mucho hice un reportaje sobre las comunidades que aportan dinero para estos temas y yo creo que estamos a medias; hay comunidades que tienen un presupuesto para estos temas y otras que no cuentan con ningún presupuesto, ni tampoco querían saber nada del tema. Creo que en estos casos de memoria historia, no debería haber disputas y habría que estar por encima de ideologías. Es un tema de estado y, el propio estado está obligado a asumir la reparación a las víctimas del franquismo, es un deber democrático.
 
No es extraño que durante la dictadura, las víctimas del franquismo hayan estado abandonadas. En cierta medida, también resulta comprensible que durante los primeros años de la democracia no se haya hecho nada pero, a día de hoy, no hay justificación alguna para que todavía permanezcan todas esas víctimas abandonadas en fosas comunes. En tu opinión, ¿por qué crees que esto no se ha hecho antes? ¿Crees que hay miedo a reabrir las heridas del pasado?
Yo creo que es porque no hay una petición social unánime. Si la gente fuera realmente consciente de que vivimos pisando fosas comunes, hablando metafóricamente, la cosa sería diferente. El pueblo español es empático por naturaleza, lo vemos todos los días, con los casos de personas desaparecidas, la gente se mueve para encontrar a esas personas desaparecidas ya sean vivas o muertas. Con las fosas del franquismo no pasa eso, además, durante toda la democracia, los gobiernos, todos, han pasado de puntillas por este tema y, en algunos casos, despreciando a las víctimas del franquismo porque no hay una presión social.
 
¿Por qué crees no hay una presión social unánime?
Pues porque a la sociedad española se le ha domesticado para crecer en el olvido, para sumir la impunidad del franquismo y no exigir la verdad, la justicia y la reparación.
 
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En España se da un caso curioso, todos los años se publican infinidad de libros relacionados con la Guerra Civil y el franquismo, es un tema que interesa porque, en cierta medida, todos, incluso las generaciones que no hemos vivido la guerra, estamos marcados por ella, porque en nuestras familias se ha vivido este drama, tanto en un bando como en el otro. Pese a todo ello, llama la atención que un tema como el de las fosas del franquismo, en el que todos tenemos la responsabilidad moral de dar sepultura a esas víctimas, siga siendo objeto de polémica. ¿Por qué?
Porque mucha gente cree que no les afecta por ser algo del pasado. Muchas veces me han preguntado el por qué hago este trabajo si es algo ya cerrado, una cosa del pasado, y por qué no me olvido de ello y miro al presente o al futuro. Esto lo preguntan, seguramente, porque no entienden que esto es algo del presente. Rescatar esos cuerpos y entregar esos restos a sus familias para que los entierren dignamente, es una obligación con nuestro pasado, con nuestro presente y con el futuro. Las generaciones futuras deben conocer lo que ha ocurrido en nuestro país. Cosa diferente ha ocurrido en otros países como Alemania, donde los responsables del nazismo fueron juzgados, aquí en España todavía no se ha juzgado a nadie del franquismo.
 
La Ley de Memoria Histórica, promovida por el entonces presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en algunos casos ha sido objeto de duras críticas y comparada con la famosa Causa General que, durante el franquismo, se realizó para ensalzar a las víctimas del denominado bando nacional. ¿Qué opinas de esta comparación?
Pues si se les pregunta a las víctimas del franquismo y a las asociaciones de derechos humanos, todos ellos dicen que esta ley se quedó corta. En este sentido yo pienso igual. Fue una ley valiente y necesaria, porque rompió un techo de cristal que impedía que estos temas se tocaran a nivel de estado pero, efectivamente, se quedó corta y es mejorable.
 
¿En qué sentido crees que es mejorable?
Pues por ejemplo en que esta ley no tiene una memoria económica unida al texto, que garantice que se puedan hacer cosas y que no deje en manos del gobierno de turno la asignación presupuestaria. Tampoco asume las exhumaciones de las fosas comunes. También la definición de víctima del texto es muy mejorable. Hay también un dato curioso y es que en ninguna parte del texto apa- rece la palabra mujer, cuando las mujeres tuvieron que padecer la represión por partida doble, no son pocas las que quedaron viudas, con varios hijos a su cargo, y que, además, tuvieron que vivir señaladas por ser calificadas como “rojas”. También considero que la Ley se queda corta porque no habla de ninguna reparación a los colectivos LGTBI. También se queda corta en los temas relacionados con la simbología franquista, que queda al arbitrio de cada administración.
 
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Algunos partidos políticos son bastante críticos con esta ley, uno de ellos es VOX, una formación política que ha irrumpido con fuerza en las pasadas elecciones andaluzas y que, seguramente, serán un reflejo de lo que ocurrirá en España en las próximas elecciones generales. ¿Cómo crees que puede afectar esto? ¿Puede pasar que todo el trabajo realizado hasta ahora quede en el olvido?
Sí, ellos directamente han pedido que se derogue la Ley de Memoria Histórica y el Partido Popular le compra el discurso porque es lo que proponía el propio Pablo Casado, cuando promovía una ley de concordia. En su día, tanto PP como VOX, propusieron esto, derogar la ley y crear una ley de concordia. Esto significaría un palo tremendo para los movimientos de recuperación histórica de Andalucía porque hay muchas fosas comunes por abrir y que, si no hay una implicación de las Administraciones Públicas, las familias de las víctimas no podrán recuperar a sus desaparecidos, algo que, como dice Naciones Unidas, es un deber del Estado. En cualquier caso, si esto ocurriera, las asociaciones y las familias de las víctimas no tirarán la toalla, porque no tienen miedo. Sería una suerte de venganza ideológica con la que se despreciaría a las víctimas del terrorismo franquista.
 
En alguna ocasión, esos mismos detractores de la Ley de Memoria Histórica, argumentan que también existen fosas, con víctimas del bando republicano, a las que esta ley no ampara ¿es cierto que existen esas fosas?
Después de la guerra, una de las primeras cosas que hace la dictadura franquista es reparar a sus víctimas, abre las fosas comunes de los franquistas, exhuman sus restos, las dignifican, a las familias les dan una reparación entregándoles estancos, farmacias, etc. Digamos que el estado franquista repara a sus víctimas desde el minuto uno, ahí está, por ejemplo, el Valle de los Caídos, con 30.000 víctimas de la guerra de las que aproximadamente 20.000, son víctimas franquistas que son llevadas allí, junto al dictador, digamos que para “acompañarle”. Como no tenían más víctimas de donde sacar, lo que hicieron fue expoliar fosas comunes de republicanos, de ahí que haya en el Valle de los Caídos 12.000 víctimas que están sin nombre ni apellido, y sin el permiso de sus familias. También existe, por desgracia, el paradigma de Paracuellos. Pero lo que no se puede hacer es equiparar una violencia con otra.
 
Entonces, si esos argumentos no son ciertos, ¿se hacen para atacar esta ley?
Es una forma de atacar la ley para tacharla de sectaria, como si solo fuera una ley para ensalzar las víctimas de izquierdas, las víctimas que defendían el gobierno leal de la República. No, estos argumentos no son ciertos porque el franquismo ya se dedicó a reparar y abrir sus propias fosas comunes, si realmente hubiera estas fosas, estoy seguro de que se abrirían también. Un dato que desmonta ese argumento, es que no hay peticiones para este tipo de fosas. Cuando se hablan de esas fosas de derechistas, supongo que en muchos casos es por desconocimiento y en otros casos lo harán por lo que los historiadores llaman “franquismo sociológico”, que es decir cosas como que todos mataron por igual, que fue una guerra entre hermanos, etc. Son lugares comunes a los que se quiere llegar y que forman parte de la memoria que construye el propio franquismo.
 
Finalizada la guerra, sobre todo en pueblos pequeños donde se conocen todos, los perdedores tuvieron que vivir durante todo el franquismo con un pesado estigma, el de ser tachados de “rojos”, además de tener ver la cara a diario de los que, sin impunidad, asesinaron a sus padres, tíos o hermanos. A lo largo de todo este tiempo en el que te has dedicado a las fosas del franquismo, ¿has sido testigo del rencor? ¿Todavía queda ese poso de odio y rencor?
Sí, claro que existe, sobre todo en pueblos pequeñitos donde el roce personal es mucho mayor que en las ciudades. He vivido situaciones en las que los viejitos no se atreven a hablar y si lo hacen, te hablan en voz baja. También he visto a gente molesta por la apertura de una fosa común. Sí, todavía ocurren cosas así.
 
En los anuarios que has publicado con la Junta de Andalucía, recuperas dramáticas historias. De todas ellas, ¿cuál ha sido la que más te ha impactado?
Todas estas historias son muy duras y trágicas, pero también hay historias que te afectan personalmente, depende mucho de la persona que tienes enfrente y te cuenta su historia. Ahora mismo me acuerdo de Luis Vega, de Paterna de Ribera, que aparece en el primer anuario. Cuando me presentaron a este hombre, me miró a los ojos y me dijo: “¿quieres conocer mi historia? pues muy bien, te la voy a contar”. A los cinco minutos de charla este hombre hizo que se me saltaran las lágrimas. A Luis Vega le mataron a su padre, y a su madre se la llevaron delante de él cuando tenía seis años. Me contó que lo último que recuerda de su madre es como la arrastraron escaleras abajo y como gritaba “¡mis niños, mis niños!”. En este punto del relato el hombre se echó a llorar. Esto es algo que les ocurre a todos los viejitos y viejitas con los que he hablado, cuando llegan a la parte del relato en el que les rompen la vida, se echan a llorar, aunque aquello sucediese cuando eran niños. Cuando les ves llorar así, es inevitable ver a ese niño o a esa niña llorando.
 
Recientemente has trabajado en una nueva fosa en Córdoba, una de las mayores de Andalucía.
Acaban de hacerse los trabajos previos en una de las dos grandes fosas que hay en Córdoba capital. También hay otra que está a punto de abrirse en Sevilla.
 
En el territorio andaluz, que es el que mejor conoces, ¿cuál ha sido la mayor fosa común localizada?
Si no recuerdo mal, la mayor, no sólo de Andalucía, la mayor de toda España, se encontró en Málaga capital, donde se rescataron 2.844 cuerpos. En este caso se dio una curiosidad, y es que en la exhumación participaron todas las administraciones, tanto la Diputación como el Ayuntamiento, ambos gobernados por el Partido Popular. Un hecho curioso, porque el PP de Málaga colabore en la mayor fosa de España mientras que en otras regiones, el PP pide que se derogue la Ley de Memoria Histórica.
 
En febrero de 2019 aparece tu último libro, que además está prologado por el ex juez Baltasar Garzón. ¿Qué podemos encontrar en este libro?
El 14 de febrero sale a la venta mi último libro que he titulado: El país de la desmemoria. Es un relato periodístico con- tra en el olvido, en este país de la desmemoria que es España. Está estructurado en 12 capítulos donde se cuenta la experiencia republicana que es acogida como un avance para muchos sectores de este país. Después comienza el ensayo para la barbarie que se gesta con el golpe de estado que fracasa y provoca la Guerra Civil, de ahí viene el genocidio fundacional del franquismo y de cómo acaba un país sembrado de fosas comunes, un país donde la fortuna corrupta de Franco la siguen manteniendo sus descendientes, de cómo se sigue manteniendo la parafernalia simbólica franquista y de cómo la justicia española sigue chocando con la impunidad del franquismo. En resumen, es un relato periodístico con el que pretendo contar cómo es este país, desgranando con muchos datos y basándome en investigaciones de historiadores.
 
Juan Miguel, gracias por hablarnos de estas fosas y ojalá pronto podamos cerrar las heridas del pasado para mirar al futuro sin rencor.
Seguro, son las heridas de un país que se cerrarán cuando se acabe de revisar sin venganzas, simplemente atendiendo a los derechos humanos y mirando a la cara de estas víctimas que siguen buscando a sus familiares para poder darles sepultura.


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Entrevista publicada en el número 70 de EMNMM Enero / Febrero 2019