Aunque los trabajos arqueológicos que se realizan en estas fosas son similares a los realizados en otro tipo de entornos, como puede ser una necrópolis medieval o una romana, es de suponer que el impacto emocional debe ser brutal, tanto para el equipo como para ti, pues trabajáis con unos restos que tienen nombre, apellidos, una historia dramática y una familia detrás. Imagino que los sentimientos estarán a flor de piel y debe ser duro llegar a casa con todo eso en la cabeza ¿no es así?Son vivencias a nivel humano muy profundas, por eso mismo que dices, tienen nombre, cara y familiares que están alrededor. Los mismos arqueólogos y antropólogos que trabajan en el equipo tienen una sensibilidad especial en estos casos. Son historias dramáticas recientes que son terribles por la crueldad con la que fueron tratadas esas personas. Muchas veces he vuelto a casa muy tocado y he llorado en más de una ocasión. El otro día, una arqueóloga que lleva trabajando en este tipo de fosas desde hace diez años, me hablaba sobre esto, me decía que para trabajar en este tema hay que tener la cabeza muy bien amueblada para poder seguir y no derrumbarte. Es algo muy duro, es verdad, pero también tiene una ventaja, la recompensa de ver las caras de los viejitos y viejitas cuando por fin les devuelves la memoria y la dignidad, para mí esa es la mayor recompensa. También soy consciente de que este es el trabajo más importante que he hecho en mi vida.
Has mencionado la existencia de un mapa de fosas nacional, que no está completo. ¿Cómo es el proceso de localización de las fosas todavía no catalogadas?
Existe ese mapa y otros más, como el Mapa de Fosas de Andalucía. La mayoría de estas fosas han sido localizadas gracias a los testimonios de la gente, de las personas que han conservado la memoria de la tierra. También hay casos concretos donde puede haber documentación que certifique dónde están las fosas comunes. Estos casos son habituales en asesinatos posteriores, no de los que hablamos anteriormente sobre la represión en caliente, sino en casos como el de los maquis asesinados en los años cuarenta de los que he hablado, en estos casos, incluso hay documentación asociada en los expedientes y una autopsia de los cuerpos. Cuando tienes uno de estos expedientes todo es más fácil porque se sabe dónde capturaron a esas personas, cómo les mataron y dónde están exactamente enterrados. En cuanto a la dificultad de hallar los cuerpos, depende del terreno donde estén, por ejemplo, si las fosas están ubicadas en un cementerio suele ser menos complejo, por estar ubicadas en un terreno acotado, no así otras fosas que se encuentran en mitad de un monte o en una cuneta.
A todas estas dificultades, habría que añadir una mayor, el coste económico que supone la exhumación de estos cuerpos, su estudio y sus correspondientes pruebas genéticas de identificación. ¿Cómo se asume este gasto?
Efectivamente tiene un coste que, digamos, es elevado, y asumirlo depende de cada comunidad autónoma. No hace mucho hice un reportaje sobre las comunidades que aportan dinero para estos temas y yo creo que estamos a medias; hay comunidades que tienen un presupuesto para estos temas y otras que no cuentan con ningún presupuesto, ni tampoco querían saber nada del tema. Creo que en estos casos de memoria historia, no debería haber disputas y habría que estar por encima de ideologías. Es un tema de estado y, el propio estado está obligado a asumir la reparación a las víctimas del franquismo, es un deber democrático.
No es extraño que durante la dictadura, las víctimas del franquismo hayan estado abandonadas. En cierta medida, también resulta comprensible que durante los primeros años de la democracia no se haya hecho nada pero, a día de hoy, no hay justificación alguna para que todavía permanezcan todas esas víctimas abandonadas en fosas comunes. En tu opinión, ¿por qué crees que esto no se ha hecho antes? ¿Crees que hay miedo a reabrir las heridas del pasado?
Yo creo que es porque no hay una petición social unánime. Si la gente fuera realmente consciente de que vivimos pisando fosas comunes, hablando metafóricamente, la cosa sería diferente. El pueblo español es empático por naturaleza, lo vemos todos los días, con los casos de personas desaparecidas, la gente se mueve para encontrar a esas personas desaparecidas ya sean vivas o muertas. Con las fosas del franquismo no pasa eso, además, durante toda la democracia, los gobiernos, todos, han pasado de puntillas por este tema y, en algunos casos, despreciando a las víctimas del franquismo porque no hay una presión social.
¿Por qué crees no hay una presión social unánime?
Pues porque a la sociedad española se le ha domesticado para crecer en el olvido, para sumir la impunidad del franquismo y no exigir la verdad, la justicia y la reparación.
En España se da un caso curioso, todos los años se publican infinidad de libros relacionados con la Guerra Civil y el franquismo, es un tema que interesa porque, en cierta medida, todos, incluso las generaciones que no hemos vivido la guerra, estamos marcados por ella, porque en nuestras familias se ha vivido este drama, tanto en un bando como en el otro. Pese a todo ello, llama la atención que un tema como el de las fosas del franquismo, en el que todos tenemos la responsabilidad moral de dar sepultura a esas víctimas, siga siendo objeto de polémica. ¿Por qué?
Porque mucha gente cree que no les afecta por ser algo del pasado. Muchas veces me han preguntado el por qué hago este trabajo si es algo ya cerrado, una cosa del pasado, y por qué no me olvido de ello y miro al presente o al futuro. Esto lo preguntan, seguramente, porque no entienden que esto es algo del presente. Rescatar esos cuerpos y entregar esos restos a sus familias para que los entierren dignamente, es una obligación con nuestro pasado, con nuestro presente y con el futuro. Las generaciones futuras deben conocer lo que ha ocurrido en nuestro país. Cosa diferente ha ocurrido en otros países como Alemania, donde los responsables del nazismo fueron juzgados, aquí en España todavía no se ha juzgado a nadie del franquismo.
La Ley de Memoria Histórica, promovida por el entonces presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en algunos casos ha sido objeto de duras críticas y comparada con la famosa Causa General que, durante el franquismo, se realizó para ensalzar a las víctimas del denominado bando nacional. ¿Qué opinas de esta comparación?
Pues si se les pregunta a las víctimas del franquismo y a las asociaciones de derechos humanos, todos ellos dicen que esta ley se quedó corta. En este sentido yo pienso igual. Fue una ley valiente y necesaria, porque rompió un techo de cristal que impedía que estos temas se tocaran a nivel de estado pero, efectivamente, se quedó corta y es mejorable.
¿En qué sentido crees que es mejorable?
Pues por ejemplo en que esta ley no tiene una memoria económica unida al texto, que garantice que se puedan hacer cosas y que no deje en manos del gobierno de turno la asignación presupuestaria. Tampoco asume las exhumaciones de las fosas comunes. También la definición de víctima del texto es muy mejorable. Hay también un dato curioso y es que en ninguna parte del texto apa- rece la palabra mujer, cuando las mujeres tuvieron que padecer la represión por partida doble, no son pocas las que quedaron viudas, con varios hijos a su cargo, y que, además, tuvieron que vivir señaladas por ser calificadas como “rojas”. También considero que la Ley se queda corta porque no habla de ninguna reparación a los colectivos LGTBI. También se queda corta en los temas relacionados con la simbología franquista, que queda al arbitrio de cada administración.

Algunos partidos políticos son bastante críticos con esta ley, uno de ellos es VOX, una formación política que ha irrumpido con fuerza en las pasadas elecciones andaluzas y que, seguramente, serán un reflejo de lo que ocurrirá en España en las próximas elecciones generales. ¿Cómo crees que puede afectar esto? ¿Puede pasar que todo el trabajo realizado hasta ahora quede en el olvido?
Sí, ellos directamente han pedido que se derogue la Ley de Memoria Histórica y el Partido Popular le compra el discurso porque es lo que proponía el propio Pablo Casado, cuando promovía una ley de concordia. En su día, tanto PP como VOX, propusieron esto, derogar la ley y crear una ley de concordia. Esto significaría un palo tremendo para los movimientos de recuperación histórica de Andalucía porque hay muchas fosas comunes por abrir y que, si no hay una implicación de las Administraciones Públicas, las familias de las víctimas no podrán recuperar a sus desaparecidos, algo que, como dice Naciones Unidas, es un deber del Estado. En cualquier caso, si esto ocurriera, las asociaciones y las familias de las víctimas no tirarán la toalla, porque no tienen miedo. Sería una suerte de venganza ideológica con la que se despreciaría a las víctimas del terrorismo franquista.
En alguna ocasión, esos mismos detractores de la Ley de Memoria Histórica, argumentan que también existen fosas, con víctimas del bando republicano, a las que esta ley no ampara ¿es cierto que existen esas fosas?
Después de la guerra, una de las primeras cosas que hace la dictadura franquista es reparar a sus víctimas, abre las fosas comunes de los franquistas, exhuman sus restos, las dignifican, a las familias les dan una reparación entregándoles estancos, farmacias, etc. Digamos que el estado franquista repara a sus víctimas desde el minuto uno, ahí está, por ejemplo, el Valle de los Caídos, con 30.000 víctimas de la guerra de las que aproximadamente 20.000, son víctimas franquistas que son llevadas allí, junto al dictador, digamos que para “acompañarle”. Como no tenían más víctimas de donde sacar, lo que hicieron fue expoliar fosas comunes de republicanos, de ahí que haya en el Valle de los Caídos 12.000 víctimas que están sin nombre ni apellido, y sin el permiso de sus familias. También existe, por desgracia, el paradigma de Paracuellos. Pero lo que no se puede hacer es equiparar una violencia con otra.
Entonces, si esos argumentos no son ciertos, ¿se hacen para atacar esta ley?
Es una forma de atacar la ley para tacharla de sectaria, como si solo fuera una ley para ensalzar las víctimas de izquierdas, las víctimas que defendían el gobierno leal de la República. No, estos argumentos no son ciertos porque el franquismo ya se dedicó a reparar y abrir sus propias fosas comunes, si realmente hubiera estas fosas, estoy seguro de que se abrirían también. Un dato que desmonta ese argumento, es que no hay peticiones para este tipo de fosas. Cuando se hablan de esas fosas de derechistas, supongo que en muchos casos es por desconocimiento y en otros casos lo harán por lo que los historiadores llaman “franquismo sociológico”, que es decir cosas como que todos mataron por igual, que fue una guerra entre hermanos, etc. Son lugares comunes a los que se quiere llegar y que forman parte de la memoria que construye el propio franquismo.
Finalizada la guerra, sobre todo en pueblos pequeños donde se conocen todos, los perdedores tuvieron que vivir durante todo el franquismo con un pesado estigma, el de ser tachados de “rojos”, además de tener ver la cara a diario de los que, sin impunidad, asesinaron a sus padres, tíos o hermanos. A lo largo de todo este tiempo en el que te has dedicado a las fosas del franquismo, ¿has sido testigo del rencor? ¿Todavía queda ese poso de odio y rencor?
Sí, claro que existe, sobre todo en pueblos pequeñitos donde el roce personal es mucho mayor que en las ciudades. He vivido situaciones en las que los viejitos no se atreven a hablar y si lo hacen, te hablan en voz baja. También he visto a gente molesta por la apertura de una fosa común. Sí, todavía ocurren cosas así.
En los anuarios que has publicado con la Junta de Andalucía, recuperas dramáticas historias. De todas ellas, ¿cuál ha sido la que más te ha impactado?
Todas estas historias son muy duras y trágicas, pero también hay historias que te afectan personalmente, depende mucho de la persona que tienes enfrente y te cuenta su historia. Ahora mismo me acuerdo de Luis Vega, de Paterna de Ribera, que aparece en el primer anuario. Cuando me presentaron a este hombre, me miró a los ojos y me dijo: “¿quieres conocer mi historia? pues muy bien, te la voy a contar”. A los cinco minutos de charla este hombre hizo que se me saltaran las lágrimas. A Luis Vega le mataron a su padre, y a su madre se la llevaron delante de él cuando tenía seis años. Me contó que lo último que recuerda de su madre es como la arrastraron escaleras abajo y como gritaba “¡mis niños, mis niños!”. En este punto del relato el hombre se echó a llorar. Esto es algo que les ocurre a todos los viejitos y viejitas con los que he hablado, cuando llegan a la parte del relato en el que les rompen la vida, se echan a llorar, aunque aquello sucediese cuando eran niños. Cuando les ves llorar así, es inevitable ver a ese niño o a esa niña llorando.
Recientemente has trabajado en una nueva fosa en Córdoba, una de las mayores de Andalucía.
Acaban de hacerse los trabajos previos en una de las dos grandes fosas que hay en Córdoba capital. También hay otra que está a punto de abrirse en Sevilla.
En el territorio andaluz, que es el que mejor conoces, ¿cuál ha sido la mayor fosa común localizada?
Si no recuerdo mal, la mayor, no sólo de Andalucía, la mayor de toda España, se encontró en Málaga capital, donde se rescataron 2.844 cuerpos. En este caso se dio una curiosidad, y es que en la exhumación participaron todas las administraciones, tanto la Diputación como el Ayuntamiento, ambos gobernados por el Partido Popular. Un hecho curioso, porque el PP de Málaga colabore en la mayor fosa de España mientras que en otras regiones, el PP pide que se derogue la Ley de Memoria Histórica.
En febrero de 2019 aparece tu último libro, que además está prologado por el ex juez Baltasar Garzón. ¿Qué podemos encontrar en este libro?
El 14 de febrero sale a la venta mi último libro que he titulado: El país de la desmemoria. Es un relato periodístico con- tra en el olvido, en este país de la desmemoria que es España. Está estructurado en 12 capítulos donde se cuenta la experiencia republicana que es acogida como un avance para muchos sectores de este país. Después comienza el ensayo para la barbarie que se gesta con el golpe de estado que fracasa y provoca la Guerra Civil, de ahí viene el genocidio fundacional del franquismo y de cómo acaba un país sembrado de fosas comunes, un país donde la fortuna corrupta de Franco la siguen manteniendo sus descendientes, de cómo se sigue manteniendo la parafernalia simbólica franquista y de cómo la justicia española sigue chocando con la impunidad del franquismo. En resumen, es un relato periodístico con el que pretendo contar cómo es este país, desgranando con muchos datos y basándome en investigaciones de historiadores.
Juan Miguel, gracias por hablarnos de estas fosas y ojalá pronto podamos cerrar las heridas del pasado para mirar al futuro sin rencor.
Seguro, son las heridas de un país que se cerrarán cuando se acabe de revisar sin venganzas, simplemente atendiendo a los derechos humanos y mirando a la cara de estas víctimas que siguen buscando a sus familiares para poder darles sepultura.
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Entrevista publicada en el número 70 de EMNMM Enero / Febrero 2019