LA CRIPTA DE LA CATEDRAL DE LA ALMUDENA. Un desconocido y bello mausoleo

POR RAMÓN RIVAS 

La cripta de la Catedral de la Almudena de Madrid es uno de los templos más curiosos y desconocidos de la ciudad. Posiblemente, el hecho de que sea un lugar tan desconocido, incluso para los propios madrileños, sea debido a que su acceso pasa desapercibido al estar situado en la calle Mayor, justo en el lado opuesto a la entrada principal de la catedral bajo la que se asienta. 

En los últimos años, la impresionante cripta de la Almudena ha cobrado un inusitado protagonismo tras la decisión del gobierno español de trasladar los restos mortales del dictador Francisco Franco a otro lugar fuera de la basílica del Valle de los Caídos. Entre los lugares propuestos para el nuevo enterramiento, está la cripta de la Almudena, pues en una de sus capillas, propiedad de la familia del dictador, es donde reposan los restos mortales de su hija, Carmen Franco Polo y los de su esposo, Cristóbal Martínez-Bordiú. 

Pese a que no se permiten enterramientos en las iglesias, en este lugar sí se pueden realizar, algo que viene siendo habitual desde principios del siglo pasado, pues no son pocas las personas de la aristocracia que están enterrados en la cripta. Aunque la Ley actual no permite enterramientos en las iglesias, el Código de Derecho Canónico establece que “los derechos adquiridos, así como los privilegios hasta ahora concedidos por la Sede Apostólica, tanto a personas físicas como jurídicas, que estén en uso y no hayan sido revocados, permanecen intactos a no ser que sean revocados expresamente por los cánones de este Código”. Actualmente, en la cripta de la Almudena hay alrededor de 1.500 personas enterradas y todavía quedan algunos espacios libres, no muchos, para poder albergar algunas personas más. Curiosamente, para poder realizar un enterramiento en este lugar, se ha de contar con un requisito indispensable; que los cuerpos sean embalsamados y cerrados en una caja de zinc. 

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Origen de la cripta 

Hasta épocas recientes, la ciudad de Madrid no contaba con una catedral propia por depender jurisdiccionalmente de la Archidiócesis de Toledo. No fue hasta 1885, tras el fallecimiento del cardenal primado, Juan Ignacio Moreno y Maisanove, cuando se crea la Diócesis de Madrid-Alcalá, auspiciada por la reina Isabel II quien instó al papa León XIII la creación de una diócesis independiente a la de Toledo. Hasta ese momento, la ciudad de Madrid contaba con la Colegiata de San Isidro que, sin serlo, ejercía funciones catedralicias. Como no podía ser de otra manera, cuando se proyectó la catedral de Madrid, se tenía muy claro que debía estar bajo la advocación de la Virgen de la Almudena, patrona de la ciudad, cuya imagen estuvo escondida en uno de los cubos de la muralla árabe y que, según la tradición, apareció el 9 de noviembre de 1085, tras la reconquista de Madrid por el rey Alfonso VI. 

La cripta de la Almudena, aunque forma parte del complejo catedralicio, es un espacio totalmente independiente. Está considerada como una de las mayores criptas que hay en España y en ella está ubicada la parroquia de Santa María la Real de la Almudena. El origen de la construcción de este templo se remonta al año 1868, cuando el Ayuntamiento de Madrid decidio derribar la parroquia de Santa María, ubicada en la calle Mayor. Dicha parroquia fue un antiquísimo templo de origen visigodo que era el más antiguo de Madrid. De esta primitiva iglesia no queda nada, salvo los restos de sus cimientos, visibles y conservados bajo una cristalera. La pérdida de un templo tan importante para los madrileños hizo que la sociedad se movilizase, por este motivo solicitaron a la reina María de las Mercedes, quien era muy devota de esta virgen, la cesión de un solar para la construcción de un nuevo templo para poder venerar a la Virgen de la Almudena. 

Desgraciadamente, la reina falleció prematuramente en 1878, pero su esposo, el rey Alfonso XII, hizo suyo el proyecto de su esposa con el objeto de dar sepultura en este templo a la desdichada reina. Fue entonces cuando se encarga la construcción de la nueva parroquia a Francisco de Cubas, quien proyecta un magnífico templo de estilo románico, co¡uyos gastos fueron costeados en un principio por la propia familia real. Tras unos años de acondicionamiento y nivelación del escarpado terreno, a las tres de la tarde del 4 de abril de 1883 se colocó con gran solemnidad la primera piedra en presencia del rey Alfonso XII y de otros miembros de la familia real. La piedra, que llevaba la siguiente inscripción “Templum domino. Dei Struchera est. Dei edifitio est. 1883”, fue bendecida por el arzobispo de Toledo, el cardenal Moreno, y en ella fue colocada dentro de una caja, lo que hoy llamamos una “cápsula del tiempo”, con algunos periódicos, monedas de la época y un pergamino con versos escritos a mano por la infanta doña Paz, princesa de Baviera. 

Dos años más tarde, cuando todavía no había finalizado la construcción, el papa León XIII dictó una bula para la creación del obispado Madrid-Alcalá y con ella, se acuerda que el templo de la Almudena que se estaba levantando, pasase a ser la catedral de Madrid. Por este motivo, la construcción de la iglesia sufrió importantes modificaciones, proyectando sobre la propia cripta la construcción de una catedral de estilo neogótico que, tras muchas vicisitudes, se terminó en los años noventa del siglo XX, eso sí, en un estilo totalmente diferente al proyectado inicialmente. Por desgracia, Francisco de Cubas no pudo ver su proyecto terminado, en 1899 fallece y el proyecto pasa a manos del arquitecto Miguel Olavarría hasta su fallecimiento en 1904. Finalmente, el proyecto fue abordado de forma gratuita por el arquitecto Enrique Repullés y Vargas, y rematado con las intervenciones posteriores de Juan Moya y Luis Mosteiro. 

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La Cripta 

La desconocida cripta tiene la misma planta que la propia catedral que se encuentra encima de ella. Cuenta con cinco naves y dieciocho capillas. De estilo neorrománico, la cripta de la Almudena es un magnífico templo que impresiona por sus robustas columnas -más de 400- que tienen la particularidad de tener todos sus capiteles con tallas diferentes. También de estilo románico son la cubierta, con bóvedas de arista y los clásicos arcos de medio punto. 

La estructura del templo es puramente románica aunque, sin salirse de la norma. Las pequeñas capillas que circundan la construcción, que además de servir como lugar de descanso eterno de diversos personajes de la aristocracia, son todo un derroche de creación artística donde han trabajado grandes artistas como Mariano Benlliure. En ellas se mezclan en perfecta armonía diferentes elementos decorativos, como los mosaicos de estilo bizantino, las esculturas clásicas o las magníficas vidrieras realizadas por el artista francés Jules Pierre Maumejean. 

De todas las capillas, especialmente llamativa es la del Santísimo, presidida por una imagen sedente de San Fernando III que, inicialmente, estuvo destinada para el descanso eterno de la reina María de las Mercedes. La reina, al morir prematuramente por tuberculosis, no dejó descendencia y por eso fue enterrada en una de las capillas de la Basílica del Monasterio de El Escorial y no en el Panteón Real. Por su relación con este templo, en el año 2000 sus restos fueron trasladados a la Catedral, donde hoy reposan en una capilla situada en el crucero del altar mayor de la catedral. 

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Una de las joyas artísticas que se encuentran en la cripta es la Virgen de la Flor de Lis, una pintura que data del siglo XI que es la representación pictórica de la Virgen más antigua de Madrid. Esta singular pintura estuvo oculta en la capilla mayor de la desaparecida parroquia de Santa María hasta 1623, cuando se retiró un retablo de la Virgen de la Almudena que la mantuvo oculta durante siglos. También procedente de este templo desaparecido, es el Cristo de el Buen Camino, una magnífica talla policromada del siglo XVI que se encuentra en otra de las capillas de la cripta. 

En el altar mayor, junto a otras imágenes religiosas, se encuentra una copia de la Virgen de la Almudena. La imagen de esta virgen, muy venerada en Madrid, estuvo inicialmente en la desaparecida iglesia de Santa María de la Almudena hasta su derribo en 1868. Con la desaparición del templo, la talla de la Virgen fue trasladada a la cercana parroquia de Santa María, la actual Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas. Hasta que de allí salió finalmente el 29 de mayo de 1911 en solemne procesión, para ser colocada en el altar mayor de la cripta de la futura catedral de la Almudena. En 1948, tras la coronación de la Virgen, la talla fue trasladada nuevamente a la actual Colegiata de San Isidro hasta 1993, cuando fue traslada, una vez más, a su emplazamiento definitivo en la catedral de la Almudena, tras la consagración de la catedral por San Juan Pablo II, colocando una copia exacta de la talla en el altar mayor de la cripta de la Almudena. 

A lo largo del tiempo la cripta de la Almudena ha sido un bello lugar de oración y descanso eterno, solo interrumpido durante la Guerra Civil, cuando esta se transformó en un depósito de intendencia militar abastecido por las donaciones privadas para el equipamiento de las milicias republicanas. Paradójicamente, en este siglo XXI puede abrirse un nuevo capítulo vinculado a la desgraciada Guerra Civil si finalmente en la cripta se depositan los restos mortales del dictador Francisco Franco, una ocurrencia preocupante, pues el templo se convertiría de la noche a la mañana en un lugar donde las heridas del pasado volverían a sangrar. 

Afortunadamente, parece que la cripta de la Almudena no será finalmente el lugar de reposo del dictador. En el caso de que se le diera sepultura en este lugar, la cripta pasaría de ser uno de los templos más desconocidos y bellos de Madrid, en un conocido lugar de enfrentamiento y discordia. Ojalá que reine el sentido común y la cripta siga siendo eso, un lugar de descanso eterno, oración y un lugar para disfrutar de su arquitectura y de sus sorprendentes obras de arte.

 

Fuentes: Archidiócesis de Madrid 

Fotos: Archivo EMNMM