LA DEHESA DE LA ALBUFERA. Una joya salvada por el pueblo

La Albufera de Valencia es uno de los espacios naturales más importantes de España y una de las joyas de la Comunidad Valenciana. Pese a ello, en este parque natural, la presión humana ha sido un factor importante desde tiempos remotos, de hecho, la propia albufera que hoy podemos contemplar, es mucho más pequeña que la que existió en el pasado. La desecación y los cultivos, como el de los arrozales, tan importantes en Valencia, redujeron la laguna en gran medida. Además de todo eso, las malas prácticas agrícolas del pasado también provocaron una gran concentración de fosfatos y nitratos en el agua, contaminándola y poniendo en peligro este importante ecosistema mediterráneo, además de poner en riesgo la salud y la forma de vida tradicional de los lugareños. 

A los problemas de contaminación, se sumaron otros, mucho más dañinos, en los años 60 y 70 del siglo XX, cuando la Albufera valenciana estuvo a punto de desaparecer para convertirse en uno más de los macrocomplejos urbanísticos que por aquel entonces invadían con impunidad y sin escrúpulos el litoral español y muy particularmente el litoral valenciano. 

Uno de los enclaves más interesantes del parque natural es la Dehesa de la Albufera, una paradisíaca franja litoral que cuenta con valiosos ecosistemas, además de sus fantásticas playas. Por este motivo, en 1965, el ministro, Manuel Fraga Iribarne, con el apoyo de por aquel entonces alcalde de Valencia, Adolfo Rincón de Arellano, aprobaron un plan urbanístico con el que se pretendía urbanizar la zona con numerosos bloques de apartamentos, hoteles y edificios de viviendas. También se aprobó la construcción de un gran lago artificial para convertirlo en puerto exclusivo para las embarcaciones privadas. 

El gobierno franquista publicitó el proyecto de construcción de este macro- complejo turístico como un gran avance de progreso para Valencia, con la promesa de generar grandes beneficios económicos. Lo que no se dijo, es que el precio a pagar sería incalculable, pues la pérdida de un entorno natural único, como es el de la Albufera, provocaría un daño irreparable. 

En los años setenta se iniciaron las primeras obras de construcción, de la noche a la mañana se levantaron varias torres de alojamientos turísticos y un lago artificial, el denominado L’estany de Pujol, con el fin de crear en él un exclusivo puerto privado. Mientras todo esto ocurría, un pequeño grupo de personas que se negaban a perder esta joya natural, unieron sus fuerzas para detener semejante tropelía y se embarcaron en un movimiento ciudadano, uno de los primeros en España y, posiblemente, el primer movimiento ecologista, que se atrevió a plantar cara a las autoridades franquistas. Poco a poco se fueron sumando más personas a este movimiento hasta que El Saler per al Poble, se transformó en un movimiento con cierta autoridad capaz de remover conciencias. Su lucha fue como la de David contra Goliat, lo arriesgaron todo, tenían mucho que perder y, no sin miedo, lucharon hasta las últimas consecuencias hasta que, finalmente, lograron lo que parecía imposible, paralizar un proyecto urbanístico que pudo acabar con uno de los rincones más importantes y hermosos de España. 

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En 2017 se cumplieron treinta años de la declaración del Parque Natural de la Albufera de Valencia. Desde entonces, los daños ocasionados en el entorno natural han sido subsanados en cierta medida, aunque todavía quedan pendientes farragosas disputas judiciales para acabar con algunas de las edificaciones que ponen en riesgo la salud del parque. 

Otras construcciones, como el propio L’estany de Pujol, se han integrado perfectamente en el medio natural. Este estanque artificial, en cuyas orillas se aprecia la mano del hombre, se han convertido en fantásticos refugios para la fauna, sobre todo aves. Especialmente llamativos los pequeños grupos de flamencos y otras aves zancudas que deambulan por sus aguas salobres y que parecen ignorar a los visitantes que se acercan al estanque. 

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La Devesa 

La Devesa de la Albufera, con sus 10 kilómetros de largo y 1 de ancho, cuenta con cinco ecosistemas muy bien conservados: la playa salvaje -una de las mejores de Europa-, el conjunto dunar exterior, las depresiones interdunares, el conjunto dunar interior y la ribera de la Albufera. En estos cinco ambientes, se concentran infinidad de especies animales y vegetales componiendo un increíble mosaico de biodiversidad. 

Para poder descubrir algunas de las especies más emblemáticas de este lugar, existe una ruta botánica, bien señalizada, donde se destacan algunas de las especies dominantes, como son los pinos carrascos, los palmitos, una de las dos únicas especies de palmeras europeas o los brezos arborescentes. 

Las especies dominantes de fauna son, sin lugar a dudas, las aves, aunque también campean a escondidas especies como la huidiza gineta y reptiles muy amenazados, como la tortuga mediterránea. 

Se podría decir que la Dehesa de la Albufera es una historia de lucha ciudadana con final feliz, aunque todavía hoy son muchos los factores que ponen en peligro este espacio único. La presión turística y la contaminación son, posiblemente, los más importantes y todos somos responsables de evitar en mayor o menor medida esos daños. También es importante no bajar nunca la guardia y tomar el ejemplo de El Saler per al Poble, aquel valiente movimiento que, contra todo pronóstico, lograron parar los pies a todo un régimen dictatorial para legar a las generaciones venideras este espacio natural. 

 

Fuentes Generalitat Valenciana