MARÍA ISABEL DÍAZ. Una habanera de cine

POR RAMÓN RIVAS | FOTOS: PACO NAVARRO

María Isabel Díaz es una actriz cubana afincada en Madrid desde los años noventa. A lo largo de sus más de treinta años de carrera en el mundo de la interpretación, ha trabajado en infinidad de proyectos relacionados con el cine, el teatro y la televisión. En Cuba, su tierra natal, es una de las actrices más reconocidas. En España, comenzó trabajando en pequeños papeles en el teatro y en series de televisión hasta que dio el gran salto profesional de la mano del director de cine Pedro Almodóvar, con un papel en la película Volver. Como ella misma reconoce, trabajar con un grande del cine como es Almodóvar le abrió muchas puertas. 

María Isabel poco a poco se fue haciendo un hueco en el mundo de la escena española, hasta que un buen día le ofrecieron un papel en Vis a Vis, una exitosa serie de televisión ambientada en una prisión. Durante cuatro temporadas, la actriz encarnó al personaje de Sole, posiblemente la reclusa más entrañable de la prisión. Con este papel no solo se ha ganado el reconocimiento y el cariño del público dentro y fuera de España, también ha sido reconocida junto a sus compañeras de reparto con el Premio Ondas a la Mejor Actriz. 

Hasta el mes de junio de 2019, María Isabel estará en la escena madrileña con la obra de teatro La vuelta de Nora, junto a otra grande de la escena, Aitana Sánchez Gijón. Este año también estrenará una película germano-cubana titulada El extraordinario viaje de Celeste García, además de trabajar otros nuevos proyectos que se están horneando en este momento. 

En EMNMM no hemos querido perder la oportunidad de conocer en profundidad a esta madrileña cubana, por eso nos hemos entrevistado con ella para poder conocer en profundidad su trabajo y, por supuesto, a la mujer que hay detrás de la actriz. 

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María Isabel, el mundo de la interpretación es absolutamente vocacional, en tu caso, ¿por qué quisiste dedicarte a él?
Siempre me gustó, recuerdo que cuando era pequeña todo el mundo decía de mí: “esta niña es una actriz”. Yo siempre estaba disfrazándome, inventándome historias en las que yo era una madre con muchos hijos, una maestra... Me gustaba mucho dramatizarlo todo (risas). Yo no sabía cómo se llamaba eso que hacía, pero sí que sabía que me gustaba mucho. A los 8 o 9 años le dije a mi papá que quería estudiar en la Escuela Nacional de Arte y eso no le hizo mucha gracia, me decían que si pensaba estudiar para payasa (risas). Me quitó la idea de la cabeza, por un tiempo... Tan pequeño, que a los dos años yo ya estaba en un grupo de teatro de la escuela. Cuando me fui a terminar el preuniversitario, tenía que elegir carrera, así que hice las pruebas en el instituto superior y entré. Me gradué y me tocó trabajar con un grupo de teatro muy importante que estaba en una isla pequeña que se llama Isla de Pinos, y ahí fue donde me tocó hacer dos años de Servicio Social. Yo no me quería ir de La Habana, quería trabajar en la capital, así que me busqué la vida y me fui a trabajar a un teatro e hice el Servicio Social en La Habana. 

¿Cómo fue tu primera obra de teatro en Cuba?
Empecé a estudiar la carrera en el Instituto Superior de Arte en 1982 y estando en segundo año me salió mi primera obra profesional, se llamaba Donde crezca el amor. En realidad era una ópera fusionada con nueva trova. Se hizo en el Teatro Nacional de Cuba y tenía un elenco fantástico. Fíjate que yo solo tenía 18 años pero interpretaba el papel de una madre, ¡tenía hijas que eran mayores que yo! (risas). Aunque yo soy una mujer muy cauta, la juventud te da un atrevimiento que no tienes cuando eres adulto. La verdad es que me alegro de haber hecho ese papel porque, además, me quedó muy bien y tuvo mucho reconocimiento.
 
Empezaste muy pronto en el teatro, pero también en el cine.
Fue todo muy rápido, mientras hacía esta obra de teatro, contactó conmigo el director de cine Orlando de Rojas para hacer un personaje protagónico para una película, eso me abrió unas puertas muy grandes. La película resultó ser una de las grandes películas del cine cubano, tuvo una gran aceptación y todavía hoy sigue siendo una película fundamental en el cine cubano. Fíjate que ya han pasado 34 años del estreno de la película y en Cuba sigo siendo “la novia de David”. Claro que, en Cuba, en aquella época, siendo estudiante, no podía cobrar, así que hice la película sin cobrar un centavo.
 
¿Era duro dedicarte a la interpretación en Cuba? 
Bueno, digamos que en aquella época no era tan complicado como aquí, vivíamos “un momento dulce” y te podías permitir estudiar una carrera y salir trabajando en lo que habías estudiado. El Estado te garantizaba trabajar en tu profesión fuera lo que fuera. Hasta que vine a España, tuve una vida tan intensa de trabajo que no sabía lo que eran unas vacaciones.
 
En 1996 llegas a España, ¿cuáles fueron los motivos por lo que decidiste venir aquí?
Se juntaron varios factores, pero sobre todo, quería viajar y trabajar fuera de Cuba, eso no era fácil allí porque, aunque podías salir, tenías que hacer muchos papeleos y era algo muy complicado. Un día vi la oportunidad cuando un gran amigo, el actor Arnau Vilardebò, me invitó a la Maratón del Espectáculo, y me vine con ese propósito... ese y el de ver la nieve (risas). El maratón fue en mayo y como no había nieve, decidí quedarme hasta el invierno para poder verla. Pero, en el fondo, mi intención, sin ser consciente de ello, era poder abrirme camino aquí en España.
 
¿Fue duro comenzar una nueva vida en España? 
Fue muy complicado, llegué con 300 pesetas y recordé a Jack Lemmon cuando estuvo en mi escuela y nos dijo que éramos unos privilegiados porque ninguno de nosotros teníamos que trabajar en un bar para poder trabajar como actor. En España, lo primero que hice, fue un trabajo en una serie catalana... solo salían mis piernas en el plano, con un carrito de limpieza, unos segundos después aparecía un muerto en el suelo y mi cara gritando durante un segundo (risas). No se me veía mucho, pero mis amigos me reconocieron por mis piernas (risas).
 
Un buen día cambiaste Barcelona por un Madrid sin playa y con unos inviernos gélidos. ¿Cómo fue el cambio?
Yo estaba muy reticente de venir a Madrid. El director Orlando de Rojas, que para mí fue mi padre intelectual y artístico, me decía; “¡qué haces en Barcelona que no hablas catalán!, vente para Madrid...”. Bueno, yo parlo una miqueta català (risas). La verdad es que no me quería ir de Barcelona porque tenía el mar, aunque para mí, que vengo de Cuba, Barcelona me parecía una ciudad con inviernos fríos, pero tenía mar y para mí era muy necesario. Vine a Madrid para hacer unas cosillas y me sorprendí mucho. Recuerdo que le dije a mi hermana que Madrid me estaba gustando peligrosamente. Poco tiempo después me salió un personaje fijo en la serie Javier ya no vive solo y me quedé aquí en Madrid. La verdad es que Madrid es una ciudad tan entrañable, me adapté al instante, ¡no echo de menos el mar! es algo increíble. Los primeros meses tuve mi propio mar en el Paseo del Prado, lo veía como un malecón, casi podía ver el mar. Fue una maravilla el venir a Madrid, me siento más que integrada, y es una ciudad muy habanera o quizás La Habana es muy madrileña... Madrid es una ciudad muy libre, muy desenfadada, caótica...

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Y llegó el día en que te llegó un papel para una película de Pedro Almodóvar.
Eso fue una tremenda sorpresa, me llamaron para un casting y pensaba que era para un papel en una serie. Me presenté y me dijeron que era para una película de Pedro Almodóvar, me asusté mucho al enterarme pero me dio mucha alegría también.
 
Todos los que han trabajado con Almodóvar dicen que cuida mucho al equipo ¿es eso cierto?
Cuida mucho a todo el equipo, todo el mundo estaba feliz, él era el que más trabajaba de todos. Lo mejor de él y lo que yo creo que hace grande su obra, es su humanidad, su manera de mirar desde un prisma totalmente despojado de frivolidades. Cuando se ha trabajado con él, entiendes más su cine y el por qué cuenta lo que cuenta, sea cual sea la película. Es un hombre muy trabajador y una persona maravillosa.
 
Profesionalmente ¿qué supuso para ti trabajar en Volver?
Bueno, a pesar de que trabajar en esa película no tuvo para mí una visibilidad mediática muy grande, me ha abierto puertas aquí y fuera de España. He hecho cosas bastante interesantes como la película Che: El argentino, dirigida por Steven Soderbergh, con un elenco maravilloso.
 
También has demostrado que te mueves con soltura tanto en el género del drama como en la comedia, incluso actuando en el Club de la Comedia. ¿En qué género te sientes más cómoda? 
Me siento cómoda en los dos géneros, aunque considero que la comedia es un poco más difícil. Estilísticamente uno tiene que tener muy claro que hay ciertas pautas, ciertas cosas, que le funcionan a cada uno individualmente, en el tema dramático cuento con ciertas herramientas que me funcionan a mí. En el caso del Club de la Comedia, en el primero que hice, me dieron un texto muy simpático, pero era algo nuevo para mí por el formato. Estaba aterrada hasta que salí a escena, porque a mí lo que me enciende el motor, es el público, he hecho mucho teatro y el público me da la carga. Es al público al que tienes que entregarlo todo y al que no le puedes fallar, esa misma cosa me hace crecer y olvidar los miedos. En el segundo Club de la Comedia todavía lo pasé peor al principio, hasta que salí en escena (risas). La mayor dificultad no es hacer reír en un formato como este, la dificultad mayor es contar una historia en un estilo muy específico.

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Posiblemente, el papel que más te ha dado a conocer en España es el de Sole, la “mami” reclusa de la prisión Cruz del Sur, que estuvo presente en las cuatro temporadas de la original serie Vis a Vis. ¿Cuánto hay de Sole en María Isabel? 
Un papel así es un regalo para un actor. Sole era como la mami de la cárcel y un personaje que fue adquiriendo nuevos matices en cada temporada. Eso le ha dado un calado al personaje muy importante. En la medida de que el personaje va al lado tuyo por tanto tiempo que acabas conociéndole mucho, y el personaje te conoce mucho a ti. En cada temporada el personaje toma cuerpo y te define por donde quiere ir y viceversa. Yo he aprendido de Sole un montón de cosas que María Isabel no sabía. Sole tiene una valentía que María Isabel no tiene. Sole me ha enseñado cosas como el enfrentarse con valentía y entereza a la muerte, el día que me toque, lo sabré hacer porque me enseñó Sole. Le tengo menos miedo a la muerte desde que hice este personaje.
 
Vis a Vis es una serie que destaca por muchos motivos, pero también por la riqueza multicultural de los personajes, con acentos diferentes, algo que no siempre se deja ver en las producciones españolas donde, casi siempre, los personajes tienen un acento castellano. 
Vis a Vis es un reflejo de la vida real, la globalización, para bien o para mal, trae esta combinación de razas, de acentos y colores. En algunos casos, el acento sigue siendo todavía un inconveniente, pero muchísimo menos que antes. Por ejemplo, yo puedo hacer cualquier papel interpretando a alguien que no sea español. Tengo amigas que son andaluzas y canarias que muchas veces tienen que “castellanizar” su acento para poder interpretar un determinado papel. Es cierto que cada día pasa menos, la gente de hoy comprende que el mundo es un universo de historias que van más allá de donde son las personas.
 
La serie ha sido todo un éxito, tanto que el elenco femenino ha sido premiado con el Premio Ondas.
Es un premio muy importante, los premios se olvidan pero cuando te lo recuerdan... lo vuelves a vivir con la misma intensidad. Para mí es un lujo y algo que me hace muy feliz, sobre todo por compartirlo con un elenco maravilloso de actrices, desde la primera a la última.
 
Sin querer que esta entrevista tenga tintes de cotilleo, hay algo que llamó mucho la atención al público, tu cambio físico a partir de la tercera temporada de Vis a Vis, ¿fue una cuestión de exigencias del guión? Cuando terminé la segunda temporada de Vis a Vis no se sabía si se iba hacer una nueva temporada, todo parecía que no. En aquel momento quise tomar las riendas de mi salud y bajar de peso, porque cuando nos vamos haciendo mayores, tener algunos kilos de más no es nada bueno. A los cinco meses ya había perdido bastante peso, hice una película en Cuba y la prensa de allí dijo que había adelgazado para el papel de la película, pero no fue por eso, fue solo por salud y por encontrarme mejor. La noticia de mi pérdida de peso se hizo viral en Cuba, fíjate que tuvo más repercusión que la llegada de los Rolling Stones y Obama en la Habana (risas). La realidad es que fue una decisión personal de salud, que me costó mucho, porque hay que tener mucha fuerza de voluntad. Cuando me llamaron para hacer de Sole en la tercera temporada con Fox me alegré mucho, pero también me asusté porque no sabía si mi cambio físico afectaría a mi papel. Cuando hablé con la productora les dije que había bajado de peso, no les importó, les dije que había bajado y bastante, pero no pusieron pegas, todo lo contrario. Además, se aprovecho el cambio físico para ajustarlo al propio guión.
 
Este año viene cargado de proyectos para ti, uno de ellos es la obra de teatro La vuelta de Nora, que estará en cartel en Madrid hasta el mes de junio. 
Estamos de gira con esta obra desde octubre del año pasado, ahora estamos en Madrid, en el Teatro Bellas Artes hasta el 24 de junio. Es una obra muy descarnada, un tema muy actual donde la mujer es la protagonista.
 
También este año estrenas película.
Es una película germano-cubana, una comedia dramática de ciencia ficción. No sé cuando se estrenará en España, pero se estrenará, es una película muy divertida con mucha emoción. En este personaje que interpreto me muevo entre la comedia y el drama.
 
¿Qué proyectos tienes para un futuro inmediato?
Tengo dos proyectos de cine que no puedo decir nada todavía, una colaboración con una directora novel que hará su primer largo y otro más, pero no me dejan decir nada todavía.